III. CÓMO INVERTIR EN LA REALIDAD
Capitulo 12. EL PROGRAMA DE ESTUDIOS DEL ESPÍRITU SANTO – III. Cómo invertir en la realidad.
1. Te pedí una vez
que vendieses todo cuanto tuvieses, que se lo dieses a los pobres y que me siguieras.
Esto es lo que quise decir: si no inviertes tu atención en ninguna de las cosas
de este mundo, puedes enseñarle a los pobres dónde está su tesoro. Los pobres
son sencillamente los que han invertido mal, ¡y vaya que son pobres! Puesto que
están necesitados, se te ha encomendado que los ayudes, pues te cuentas entre
ellos. Observa lo bien que aprenderías tu lección si te negases a compartir su
pobreza, pues la pobreza no es otra cosa que insuficiencia, y sólo hay una insuficiencia,
ya que sólo hay una necesidad.
2. Suponte que un
hermano insiste en que hagas algo que tú crees que no quieres hacer. Su misma insistencia
debería indicarte que él cree que su salvación depende de que tú hagas lo que
te pide. Si insistes en que no puedes satisfacer su deseo y experimentas de
inmediato una reacción de oposición, es que crees que tu salvación depende de no
hacerlo. Estás, por lo tanto, cometiendo el mismo error que él, y haciendo que
su error sea real para ambos. Insistir significa invertir, y aquello en lo que
inviertes está siempre relacionado con tu idea de lo que es la salvación. La
pregunta se compone de dos partes: primera, ¿qué es lo que hay que salvar? y
segunda, ¿cómo se puede salvar?
3. Cada vez que te
enfadas con un hermano, por la razón que sea, crees que tienes que proteger al ego,
y que tienes que protegerlo atacando. Si es tu hermano el que ataca, estás de
acuerdo con esta creencia; si eres tú el que ataca, no haces sino reforzarla.
Recuerda que los que atacan son pobres.
Su pobreza pide
regalos, no mayor empobrecimiento. Tú que podrías ayudarles estás ciertamente actuando
en forma destructiva si aceptas su pobreza como propia. Si no hubieses
invertido de la manera en que ellos lo hicieron, jamás se te hubiese ocurrido
pasar por alto su necesidad.
4. Reconoce lo que no
importa, y si tus hermanos te piden algo "descabellado", hazlo
precisamente porque no importa. Niégate, y tu oposición demuestra que sí te
importa. Eres únicamente tú, por lo tanto, el que determina si la petición es
descabellada o no, y toda petición de un hermano es tu propia petición. ¿Por
qué te empeñas en negarle lo que pide? Pues negárselo es negártelo a ti mismo,
y empobrecerte a ti y a él. Él está pidiendo la salvación, al igual que tú. La
pobreza es siempre cosa del ego y nunca de Dios. Ninguna petición es
"descabellada" para el que reconoce lo que es valioso y no acepta nada
más.
5. La salvación es
para la mente, y se alcanza por medio de la paz. La mente es lo único que se puede
salvar, y sólo se puede salvar a través de la paz. Cualquier otra respuesta que
no sea amor, surge como resultado de una confusión con respecto a
"qué" es la salvación y a "cómo" se alcanza,
y el amor es la única
respuesta. Nunca te olvides de esto, y nunca te permitas creer, ni por un solo instante,
que existe otra respuesta, pues de otro modo te contarás forzosamente entre los
pobres, quienes no han entendido que moran en la abundancia y que la salvación
ha llegado.
6. Identificarte con
el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte. Por eso es por lo que todo aquel que
se identifica con el ego se siente desposeído. Lo que experimenta entonces es
depresión o ira, ya que lo que hizo fue intercambiar su amor hacia Sí Mismo por
odio hacia sí mismo, y como consecuencia de ello, tiene miedo de sí mismo. Él
no se da cuenta de esto. Aun si es plenamente consciente de que está sintiendo
ansiedad, no percibe que el origen de ésta reside en su propia identificación
con el ego, y siempre trata de lidiar con ella haciendo algún "trato"
demente con el mundo. Siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues
esto es crucial para su propia adaptación. No se da cuenta de que él es el
autor de este mundo, pues fuera de sí mismo no existe ningún mundo.
7. Si sólo los
pensamientos amorosos del Hijo de Dios constituyen la realidad del mundo, el
mundo real tiene que estar en su mente. Sus pensamientos descabellados tienen
que estar también en su mente, pero él no puede tolerar un conflicto interno de
tal magnitud. Una mente dividida está en peligro, y el reconocimiento de que
alberga dentro de sí pensamientos diametralmente opuestos es intolerable.
Proyecta, por consiguiente, la división, no la realidad. Todo lo que percibes
como el mundo externo no es otra cosa que tu intento de mantener vigente tu
identificación con el ego, pues todo el mundo cree que esa identificación es su
salvación. Observa, sin embargo, lo que ha sucedido, pues los pensamientos
tienen consecuencias para el que los piensa. Estás en conflicto con el mundo
tal como lo percibes porque crees que el mundo es antagónico a ti. Ésta es una consecuencia
inevitable de lo que has hecho. Has proyectado afuera aquello que es antagónico
a lo que está adentro, y así, no puedes por menos que percibirlo de esa forma.
Por eso es por lo que debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu
mente y no fuera de ella antes de que puedas liberarte de él, y por lo que
debes deshacerte de él antes de que puedas percibir el mundo tal como realmente
es.
8. He dicho antes que
Dios amó tanto al mundo, que se lo dio a Su Hijo unigénito. Dios ama ciertamente
el mundo real y aquellos que perciben la realidad de éste no pueden ver el
mundo de la muerte, pues la muerte no forma parte del mundo real, en el que
todo es un reflejo de lo eterno. Dios te dio el mundo real a cambio del mundo
que tú fabricaste como resultado de la división de tu mente, el cual es el
símbolo de la muerte. Pues si pudieses realmente separarte de la Mente de Dios,
perecerías.
9. El mundo que
percibes es un mundo de separación. Quizá estés dispuesto a aceptar incluso la muerte
con tal de negar a tu Padre. Sin embargo, Él no dispuso que fuese así, y, por
lo tanto, no es así. Tu voluntad sigue siendo incapaz de oponerse a lo que la
Suya dispone, y ésa es la razón de que no tengas ningún control sobre el mundo
que fabricaste. No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está
regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver
con la voluntad. El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente
caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sentido
ni significado alguno. Se compone de lo que tú no deseas, lo cual has
proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. Sin embargo, un mundo así
sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera
salvación. No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente
reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él.
Ciertamente tienes control sobre tu mente, ya que la mente es el mecanismo de
decisión.
10. Si reconocieses
que cualquier ataque que percibes se encuentra en tu mente, y sólo en tu mente,
habrías por fin localizado su origen, y allí donde el ataque tiene su origen,
allí mismo tiene que terminar. Pues en ese mismo lugar reside también la
salvación. El altar de Dios donde Cristo mora se encuentra ahí. Tú has
profanado el altar, pero no has profanado el mundo. Cristo, sin embargo, ha puesto
la Expiación sobre el altar para ti. Lleva todas tus percepciones del mundo
ante ese altar, pues es el altar a la verdad. Ahí verás tu visión transformarse
y ahí aprenderás a ver verdaderamente. Desde este lugar, en el que Dios y Su
Hijo moran en paz y en el que se te da la bienvenida, mirarás en paz hacia el
exterior y verás el mundo correctamente. Mas para encontrar ese lugar tienes
que renunciar a tu inversión en el mundo tal como lo proyectas, y permitir que
el Espíritu Santo extienda el mundo real desde el altar de Dios hasta ti.
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