V. LA "DINÁMICA" DEL EGO
Capitulo 11. DIOS O EL EGO – V. La "dinámica" del ego
1. Nadie puede
escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la
manera de protegerlas. No hay necesidad de sentirse amedrentado por ellas, pues
no son peligrosas. Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de
pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá,
y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para
ello. Mantengámonos muy calmados al hacer esto, pues lo único que estamos
haciendo es buscando honestamente la verdad. La "dinámica" del ego
será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero examinarla para
poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. Juntos
desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él
hacia la verdad.
2. ¿Qué es la
curación sino el acto de despejar todo lo que obstaculiza el conocimiento? ¿Y
de qué otra manera puede uno disipar las ilusiones, excepto examinándolas
directamente sin protegerlas? No tengas miedo, por lo tanto, pues lo que
estarás viendo es la fuente del miedo, y estás comenzando a darte cuenta de que
el miedo no es real. Te das cuenta también de que sus efectos se pueden
desvanecer sólo con que niegues su realidad. El siguiente paso es, obviamente,
reconocer que lo que no tiene efectos no existe. Ninguna ley opera en el vacío,
y lo que no lleva a ninguna parte no ha ocurrido. Si la realidad se reconoce
por su extensión lo que no conduce a ninguna parte no puede ser real. No tengas
miedo de mirar al miedo, pues no puede ser visto. La claridad, por definición,
desvanece la confusión, y cuando se mira a la obscuridad a través de la luz,
ésta no puede por menos que disiparla.
3. Comencemos esta
lección acerca de la "Dinámica del ego" dándonos cuenta de que la
expresión en sí no significa nada. Dicha expresión encierra una contradicción
intrínseca que la priva de todo sentido. "Dinámica" implica el poder
para hacer algo, y toda la falacia de la separación radica en la creencia de que
el ego tiene el poder de hacer algo. Tienes miedo del ego porque crees eso. No
obstante, la verdad es muy simple:
Todo poder es de
Dios.
Lo que no procede de
Él no tiene el poder de
hacer nada.
4. Cuando observamos
al ego, por lo tanto, no estamos examinando ninguna dinámica, sino tan sólo
ilusiones. Puedes ciertamente examinar un sistema ilusorio sin miedo, pues si
su origen no es real no puede tener efectos. El miedo se vuelve claramente más
impropio si reconoces el objetivo del ego, el cual está tan obviamente desprovisto
de sentido que cualquier esfuerzo en su favor es, por fuerza, inútil. El
objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. Desde un
principio, pues, su propósito es estar separado, ser auto-suficiente e
independiente de cualquier poder que no sea el suyo propio. Por eso es por lo
que es el símbolo de la separación.
5. Toda idea tiene un
propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es. Todo lo
que procede del ego es lo que resulta naturalmente de su creencia central, y la
manera de cancelar sus resultados es reconociendo simplemente que la fuente de
éstos no es natural, ya que está en desacuerdo con tu verdadera naturaleza. He
dicho anteriormente que ejercer la voluntad en oposición a Dios es querer que
los deseos ilusorios se hagan realidad, pero eso no es realmente ejercer la
voluntad. Su Voluntad es una porque la extensión de Su Voluntad no puede ser
diferente de sí misma. El verdadero conflicto que experimentas, por lo tanto,
es entre los deseos vanos del ego y la Voluntad de Dios, que tú compartes con
Él. ¿Cómo iba a ser esto un conflicto real?
6. Tuya es la
independencia de la creación, no la de la autonomía. Tu función creativa radica
en tu completa dependencia de Dios, Quien comparte Su función contigo. Al estar
dispuesto a compartirla, Él se volvió tan dependiente de ti como tú lo eres de
Él. No le adscribas la arrogancia del ego a Aquel cuya Voluntad no es ser
independiente de ti. Él te ha incluido en Su Autonomía.
¿Puedes realmente
creer que la autonomía significa algo aparte de Él? La creencia en la autonomía
del ego te está costando el conocimiento de tu dependencia de Dios, en la cual
reside tu libertad. El ego considera cualquier dependencia como una amenaza, e
incluso ha tergiversado tu añoranza de
Dios y la ha
convertido en un medio para consolidarse a sí mismo. Pero no te dejes engañar
por la interpretación que hace de tu conflicto.
7. El ego siempre
ataca en defensa de la separación. Al creer que tiene el poder de hacer eso no
hace otra cosa, ya que su objetivo de autonomía no es otra cosa. El ego está
totalmente confundido con respecto a la realidad, pero no pierde de vista su
objetivo. Está mucho más alerta que tú porque está completamente seguro de su
propósito. Tú estás confundido porque no reconoces el tuyo.
8. Debes reconocer
que lo que menos quiere el ego es que te des cuenta de que le tienes miedo.
Pues si el ego pudiese producir miedo, menoscabaría tu independencia y
debilitaría tu poder. Sin embargo, su único argumento para que le seas leal es
que él puede darte poder. Si no fuera por esta creencia no le escucharías en
absoluto. ¿Cómo iba a poder, entonces, seguir existiendo sí te dieses cuenta de
que al aceptarlo te estás empequeñeciendo y privándote a ti mismo de poder?
9. El ego puede permitirte,
y de hecho lo hace, que te consideres altanero, incrédulo, frívolo, distante,
superficial, insensible, despegado e incluso desesperado, pero no permite que
te des cuenta de que realmente tienes miedo. Minimizar el miedo, pero no
deshacerlo, es el empeño constante del ego, y es una capacidad para la cual
demuestra ciertamente gran ingenio. ¿Cómo iba a poder predicar separación a
menos que la reforzase con miedo?, y, ¿seguirías escuchándole si reconocieses
que eso es lo que está haciendo?
10. La más seria
amenaza para el ego es, pues, que te des cuenta de que cualquier cosa que
parezca separarte de Dios es únicamente miedo, sea cual sea la forma en que se
manifieste e independientemente de cómo el ego desee que lo experimentes. Su
sueño de autonomía se estremece hasta su raíz cuando cobras conciencia de esto.
Pues si bien puedes tolerar una falsa idea de independencia, no aceptarías el
costo en miedo que ello supone una vez que lo reconocieses.
Pero ése es su costo,
y el ego no puede reducirlo. Si pasas por alto el amor estás pasándote por alto
a ti mismo, y no podrás sino tener miedo de la irrealidad porque te habrás
negado a ti mismo. Al creer que tu ataque contra la verdad ha tenido éxito,
creerás que el ataque tiene poder. Dicho llanamente, pues, te has vuelto
temeroso de ti mismo. Y nadie quiere encontrar lo que cree que le destruiría.
11. Si se pudiese
lograr el objetivo de autonomía del ego, el propósito de Dios podría ser
truncado, y eso es imposible. Solamente aprendiendo lo que es el miedo puedes
por fin aprender a distinguir lo posible de lo imposible y lo falso de lo
verdadero. De acuerdo con las enseñanzas del ego, su objetivo se puede lograr,
pero el propósito de Dios no. De acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo,
únicamente el propósito de Dios se puede lograr, y ya se ha logrado.
12. Dios depende de
ti tanto como tú de Él porque Su Autonomía incluye la tuya, y, por lo tanto, está
incompleta sin ella. Sólo puedes establecer tu autonomía identificándote con Él
y llevando a cabo tu función tal como es en verdad. El ego cree que alcanzar su
objetivo es la felicidad. Pero te ha sido dado conocer que la función de Dios
es la tuya y que la felicidad no se puede encontrar aparte de vuestra Voluntad
conjunta. Reconoce únicamente que el objetivo del ego, que tan diligentemente
has perseguido, no te ha aportado más que miedo, y se hará muy difícil mantener
que el miedo es felicidad. Respaldado por el miedo, esto es lo que el ego
quiere que creas. Pero el
Hijo de Dios no está
loco y no lo puede creer. De reconocer esto, no lo aceptaría, pues sólo un loco
elegiría el miedo en lugar del amor, y sólo un loco podría creer que atacando
es cómo se alcanza el amor. Pero el que ha sanado se da cuenta de que sólo el
ataque, del que el Amor de Dios le protege completamente, puede producir miedo.
13. El ego analiza;
el Espíritu Santo acepta. Sólo por medio de la aceptación se puede llegar a apreciar
la plenitud, pues analizar significa fragmentar o separar. Tratar de entender
la totalidad fragmentándola es, claramente, el enfoque típicamente
contradictorio que el ego utiliza para todo. El ego cree que el poder, el
entendimiento y la verdad radican en la separación, y que para establecer esta
creencia tiene que atacar. Al no darse cuenta de que es imposible establecer
esa creencia, y obsesionado por la convicción de que la separación es la
salvación, el ego ataca todo lo que percibe, desmenuzándolo en partes pequeñas
y desconectadas, sin ninguna relación significativa entre sí, y desprovistas,
por lo tanto, de todo significado. El ego siempre substituirá lo que tiene
significado por el caos, pues si la separación es la salvación, la armonía es
una amenaza.
14. Las
interpretaciones que el ego hace de las leyes de la percepción son, y no pueden
sino ser, exactamente las opuestas a las del Espíritu Santo. El ego se
concentra en el error y pasa por alto la verdad. Hace que todos los errores que
percibe sean reales, y concluye -utilizando su razonamiento típicamente
circular- que la idea de una verdad consistente no tiene sentido por razón de
los errores.
El siguiente paso,
entonces, es obvio. Si la idea de una verdad consistente no tiene sentido, la inconsistencia
tiene que ser verdad. Teniendo muy presente el error, y protegiendo lo que ha
hecho real, el ego procede al siguiente paso en su sistema de pensamiento: el
error es real y la verdad es un error.
15. El ego no trata
de comprender esto, lo cual es obviamente incomprensible, pero trata por todos los
medios de demostrarlo y eso es lo que hace constantemente. Valiéndose del
análisis para atacar el significado, el ego logra pasarlo por alto, y lo que le
queda es una serie de percepciones fragmentadas que él unifica en beneficio
propio. Esto se convierte, entonces, en el universo que percibe. Y es este
universo lo que a su vez se convierte en la demostración de su propia realidad.
16. No subestimes el
poder de atracción que las demostraciones del ego ejercen sobre aquellos que están
dispuestos a escucharle. La percepción selectiva escoge sus testigos cuidadosamente,
y el testimonio de esos testigos es congruente. Los argumentos en favor de la
locura son convincentes para los locos, pues todo razonamiento concluye allí
donde comienza, y no hay sistema de pensamiento que pueda trascender su propia
fuente. Aun así, el razonamiento que carece de sentido no puede demostrar nada,
y aquellos a quienes convence no pueden sino estar engañados. ¿Cómo iba a poder
enseñar verdaderamente el ego, cuando pasa por alto la verdad? ¿Cómo iba a
poder percibir lo que ha negado? Sus testigos dan testimonio de su negación,
pero no de lo que ha negado. El ego mira de frente al Padre y no lo ve, pues ha
negado a Su Hijo.
17. ¿Te gustaría
recordar al Padre? Acepta a Su Hijo y lo recordarás. No hay nada que pueda demostrar
que Su Hijo es indigno, pues no hay nada que pueda probar que una mentira es
verdad. Lo que ves en Su Hijo a través de los ojos del ego es una demostración
de que Su Hijo no existe. Sin embargo, dondequiera que el Hijo esté, allí tiene
que estar el Padre. Acepta lo que Dios no niega, y ello te demostrará su
verdad. Los testigos de Dios se alzan en Su Luz y contemplan lo que Él creó. Su
silencio es la señal de que han contemplado al Hijo de Dios, y en la Presencia
de Cristo no tienen que demostrar nada, pues Cristo les habla de Sí Mismo y de
Su Padre. Guardan silencio porque Cristo les habla, y son Sus palabras las que
brotan de sus labios.
18. Cada hermano con
quien te encuentras se convierte en un testigo de Cristo o del ego, dependiendo
de lo que percibas en él. Todo el mundo te convence de lo que quieres percibir
y de la realidad del reino en favor del cual has decidido mantenerte alerta.
Todo lo que percibes da testimonio del sistema de pensamiento que quieres que
sea verdadero. Cada uno de tus hermanos tiene el poder de liberarte, si tú
decides ser libre. No puedes aceptar falsos testimonios acerca de un hermano a
menos que hayas convocado falsos testigos contra él. Si no te habla de Cristo,
es que tú no le hablaste de Cristo a él. No oyes más que tu propia voz, y si
Cristo habla a través de ti, le oirás.
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